Como la verdad que no tenía sobre qué cuernos escribir, recurrí a la siempre fecunda prensa de nuestro país. Sabemos que tenemos unos medios constantemente rayanos en el amarillismo y con clara tendencia no sólo a la exageración sino al periodismo de espectáculos. Así, cualquier noticia (aunque se trate del sismo en Perú, o de esta bizarrez) es tratada con el mismo tono entre burlón, irrespetuoso y decididamente metiche.
En este caso, se da claramente una de las premisas. En la nota publicada en el día de hoy por Rosario3.com (las cosas más inesperadas se encuentran en los lugares más extraños) y categorizada bajo la etiqueta de ¿En serio? junto a una sobre una mujer que espera septillizos (!) o sobre una provincia que denuncia que otra le "robó" un río, se cuenta con una falta de detalle alarmante cómo, aparentemente, el ya tristemente célebre Migue García le habría roto la mandarina en gajos al también infausto Pipo (se llamaba Hugo!) Cipolatti.
Parece ser, según R(olling)S(tone)LA.com, que un ofuscado Migue fue a buscar a Cipolatti a su departamento en Congreso, molesto por las declaraciones de Pipo acusándolo de ser el responsable de subir a Internet el demoradísimo Kill Gil de papá Charly. Repasemos, entonces, los dichos del ex líder de Los Twist:
"Migue García metió el disco de Charly en Internet. Lo hizo para cagarle la carrera al padre". [...] "Lo que filtró lo robaron de la sala donde yo vivía".
[ Fuente Suplemento Sí! ]
No contento con la reivindicación dialéctica que aparece en la misma nota ("Pipo era una buena persona, que no superó las desgracias en su vida que lo conviertieron en un racista"), un efervescente Migue (hijo 'e tigre!) trompeó repetidamente a Pipo hasta enviarlo al hospital Ramos Mejía con cortes en el rostro producto, claro, del estallido de las gafas de Cipolatti.Según consigna un tipo que del culebrón García sabe y mucho, Sergio Marchi, la acusación del muchacho del peinado multicolor contra el amigo de Lucas Martí es improbable.
Sin embargo, es un nuevo episodio en la turbulenta existencia de dos personas que no pueden manejar la lucha de egos en la que están insertos. Lucha que, como me encargué de demostrar, es muy mal cubierta por los medios; aunque sea bastante fácil informar bien. Yo lo hice en quince minutos, con un amigo como única ayuda.
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