5 dic 2006

Aquel respeto de antaño


En esta época plena de revivals, movimiento arquetípicamente modal del rock que en este caso toca de cerca aquel movimiento de mediados y finales de los años '60 que se conoció con el nombre de garage rock, claramente sucede que no todo lo que brilla es oro. Es más, me animaría a afirmar que muy poco de eso que tiene algún resplandor podrá aspirar, jamás, a ser material áureo. Y si, en este caso y para no desperdiciar pólvora en dispararle al aire, hay que hacer nombres, todos sabemos de lo que estoy hablando. Se trata de toda esa movida que, imprimiéndole descaradamente el prefijo The al nombre de banda que se les ocurra, arrecia con la pretensión de recrear el espíritu garage desde una perspectiva, al menos, cuestionable.

Y por eso quería traer a colación esta nueva rareza que me han dado los arcones del infinito océano de la música. Resulta ser que, por obra y gracia de la casualidad, me encontré con un simpático disquito llamado sencillamente Go Baby Go, y editado allá por 1987 por un cuarteto de pibes suecos que, aquí sí, intentaban un revival respetuoso: The Wylde Mammoths. Coetáneos (y no es casualidad) de The Cramps y The Fuzztones, la idea que prima en este interesantísimo álbum, compuesto por trece concisas canciones de buen rock, es la de un discreto y sentido homenaje a aquellos grandes artistas del padre del punk rock. Hay mucho de The Sonics, mucho de The Chocolate Watchband, ? And The Mysterians, Blues Magoos, The 13th Floor Elevators... Podría, seguramente, seguir un buen rato nombrando bandas. Y no me reiteraría ni equivocaría, lo garantizo.

Pero como lo dije, no hay aquí una intención de erudición, como sí puede encontrarse en la actualidad. Hoy, da la sensación de que haber tenido el placer de escuchar alguna de las bandas antes nombradas es sinónimo de genialidad, de oído privilegiado. Es por ello que estos grupos que hacen alarde de ello se limitan a imitarlo (como ya dije) descaradamente. No había de esto en los '80, cuando los Wylde Mammoths surgieron. No se trataba de una cuestión egocéntrica de aparecer como conocedor de una rareza, sino de un simple homenaje desde el respeto a quienes prefiguraron la idea musical con la que estos grupos se condujeron. Por eso da placer percibir las tonalidades, los símiles que los Mammoths establecen con aquellas viejas glorias.

Es la discusión sobre la motivación de los músicos de hoy expresada desde otro punto de vista. Como me lo dijera un amigo en una conversa de MSN sobre el tema: "Qué te interesa? Transmitir un mensaje desde el alma, o hacerte el canchero?". Dura pregunta, que refleja una realidad clarísima: la imagen, hoy, lo es todo. Enmascara el talento, y se mofa de los principios básicos. Por suerte, ya todo existió una vez. Y desde esa saludable posición de admiración y respeto.

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